Del gabinete al campo. Estado epistemológico y consolidación del método de investigación en materia antropológica

La antropología posee tantas fundaciones como distintas perspectivas se quieran aplicar a su explicación. Más allá de una cronología exacta de su existencia, el presente texto intenta centrarse en la metodología usada para la producción de conocimiento científico en el área antropológica desde sus inicios -consensuados- a finales del siglo XIX representada en los antropólogos de gabinete hasta la consolidación de la disciplina y el trabajo de campo entrado ya el siglo XX.

Para poder entender el trabajo antropológico es necesario retrotraerse en primer lugar a cuestiones epistemológicas procedentes de la Ilustración francesa y alemana. El pensamiento social francés descansaba sobre la creencia en un mundo cognoscibile a través del descubrimiento de leyes naturales. A través de la obra de Comte y Saint Simon descubrimos la tendencía hacia una búsqueda de conjuntos de principios regulares que expliquen la historia social. Se trataba pues de un claro reflejo, a modo de espejo, en el que el método aplicado para las ciencias naturales, duras, era trasladado a las ciencias sociales en un ejercicio positivista.

El romanticismo alemán, por su parte, cuestiona los supuestos básicos del racionalismo francés. Se duda entonces de la existencia de respuestas para todas las preguntas y leyes universales que expliquen la percepción humana de las cosas. La ruptura epistemológica entre las ciencias naturales y las ciencias sociales se produce a partir del cuestionamiento de principios como la exterioriedad, los axiomas, la legalidad o los ciclos de causalidad. La división epistemológica la podemos encontrar ya desde Herder en su concepción de un mundo histórico y otro físico hasta la Escuela Neokantiana en donde Rickert y Windelband expondrán la dicotomía entre el conocimiento nomotético e ideográfico. La consagración de esta tradición de pensamiento se alcanza en la distinción weberiana entre Ciencias del Espíritu por una parte y Ciencias de la naturaleza por otra.

El camino seguido por la historia de la ciencia o de la construcción del pensamiento social nos enfrenta, invariablemente, a la dicotomía apenas esgrimida -nomotético-ideográfico- expresada en la antropología en las tradiciones francesa y alemana, respectivamente. Vemos pues que, aún sin haber nacido, la antropología debía enfrentarse a su clasificación científica y ello, en gran medida, dependía del modo elegido para la producción de conocimiento.

La primera antropología, nacida a mitad del siglo XIX, será caracterizada como antropología de salón debido al trabajo, eminentemente, bibliográfico de sus autores. Se basaba, fundamentalmente, en el ciclón teórico causado por el evolucionismo -tanto en su vertiente biológica, Darwin, como en la social, Spencer- que recorrerá tanto las ciencias naturales como las sociales, y en un positivismo exacerbado reflejado en la toma y recolección de una cantidad ingente de datos.

La gran mayoría de la información se obtenía a partir de fuentes indirectas como podrían ser autores antiguos, misioneros, informes de la administración colonial, fuentes arqueológicas o viajeros. La antropología aplica entonces un método histórico no crítico, basado en el método comparativo, sustentado en conjenturas y carente de un soporte empírico suficiente que legitime lo expresado. Los datos producidos acerca de pautas e instituciones eran aislados de su contexto y su propio significado. Se producía pues una desconexión entre aspectos ideáticos, institucionales y materiales de la cultura.

En este contexto, y centrados únicamente en su proceso de recolección de datos y producción de conocimiento, nos detendremos en las figuras de E. B. Tylor y L. H. Morgan. Bien es sabido que Tylor, junto a su sempiterna definición de cultura, es considerado el padre de la antropología. A pesar de representar, estrictamente, la figura del antropólogo de sillón, centrado en libros e informes sin haber puesto jamás un pie en el campo, Tylor presenta un avance con la publicación de Notes and Queries […] (1874). Se trataba de un listado de cuestiones y procedimientos a realizar por personas situadas en el campo que sirvieron de apoyo estadístico para las fundamentaciones teóricas de los antropólogos. Este hecho supuso un acercamiento del antropólogo al campo gracias a improvisados etnógrafos que ejercieron una labor de recolección de datos y estadísticas.

Al hablar de Morgan damos un paso más en nuestro camino hacia la consolidación del método antropológico, el trabajo de campo, y encontramos en él al primer antropólogo que realmente realiza parte su investigación in situ. Su obra League of the Iroquois (1851) está basada en una serie de viajes a territorio séneca de la mano de un informante. Podemos advertir en su trabajo características posteriores de la labor del antropólogo como son la elección de informantes, la adquisición de información a través de entrevistas o el uso del propio lenguaje de los sujetos objeto de investigación.

Sin ninguna duda podemos afirmar que el trabajo de campo antropológico proviene de los estudios biológicos, zoológicos o botánicos. Son algunos de estos científicos los que, gracias a la posesión de Notes and Queries, empiezan a generar informaciones concretas y de mayor validez empírica. La influencia de las ciencias naturales en la primera antropología es un pilar fundamental pues de ella se toma la idea base del trabajo de campo: la estancia prolongada que propicia un acercamiento y mayor profundización en el objetivo del estudio.

El primer gran referente de carácter antropológico en este sentido son las expediciones de Alfred Haddon al Estrecho de Torres (1888-1899). Haddon se presenta en las islas del Estrecho de Torres con un equipo multidisciplinar y una intención holista de producción de conocimiento a través de estancias de varios meses en distintos puntos de las islas. Para el futuro desarrollo de la antropología es de vital importancia la recién estrenada figura del observador participante, la presencia del antropológo en el campo -en la acción- que le posibilitaba la obtención de información a través de fuentes primarias, su propia observación y juicio, así como su combinación con unas ideas teóricas precedentes -aquello que Pike caracterizará como etic– para así producir un nuevo conocimiento empírico acerca de la otrerad.

A pesar de contar en sus filas con hombres como Seligman o Wilkins, en la Expedición al Estrecho de Torres destaca la figura de Rivers. A él le debemos la aplicación del método genealógico al trabajo antropológico, pero de mayor interés para nuestro propósito – el afianzamiento del trabajo de campo- resultan sus revisiones posteriores a las ediciones de Notes and Queries. En ellas Rivers expone las diferencias entre los estudios intensivos y las encuestas; afirma la necesidad de adquirir el lenguaje nativo para poder entender y comprender tanto el pensamiento vernáculo como las categorías que lo componen; sugiere la reducción de los equipos de trabajo a una sola persona; e insiste en la necesidad de un estudio integral, holista, en el que los diversos aspectos de una sociedad no pueden ser individualizados ni descontextualizados.

El trabajo de campo, como acabamos de ver, queda ya definido y casi estandarizado por la experiencia de Rivers. No obstante, sería Malinowski quien, gracias a la publicación de Argonauts of the Western Pacific (1922), diera el espaldarazo definitivo al trabajo de campo como la herramienta metodológica esencial de la disciplina antropológica. Malinowski describe el trabajo de campo a partir de un conocimiento completo y detallado del contexto local. La familiaridad creada entre el antropólogo y los nativos producto de la convivencia común llevan a Malinoswki a la creación de la categoría de “observador participante” que marcará definitivamente a la disciplina.

Sin añadir gran cosa a lo expuesto por Rivers, reincidiendo en la idea del extrañamiento del antropólogo, su soledad, y en el conocimiento del idioma nativo, podríamos afirmar que las grandes aportaciones de Malinowski son el uso del presente etnográfico en la redacción etnográfica y la amplia discusión teórica subyacente a un concepto tan poco nítido como la observación participante.

A lo largo de estas breves líneas hemos querido, primero, contextualizar la cuestión epistemológica de las ciencias sociales frente a las ciencias naturales para, a continuación, observar como la antropología, desde sus orígenes, se ha servido de distintos procesos metodológicos para la producción de conocimiento hasta su consolidación. La disciplina antropológica se ha movido desde unos inicios cargados de datos estadísticos descontextualizados y carentes de empirismo a un trabajo de campo -influido por las ciencias naturales- en el que prima la adquisición de información directa y la inmersión del investigador en la vida y procesos que ha de estudiar.

Los distintos acercamientos de la antropología a perspectivas más ideográficas o nomotéticas ofrecen como resultado de la metodología aplicada un conjunto de teorías de carácter subjetivo y particularizante para cada caso o un planteamiento objetivo que busca la existencia de leyes universales que puedan describir el comportamiento social.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s